ACTO HIJO PREDILECTO DE PINOS PUENTE.
Como Alcalde de Moclín, asistí al acto en el que se nombro hijo predilecto de Pinos Puente a un vecino nacido en Tiena, y que actualmente trabaja en los EEUU en programas espaciales de la NASA.
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GRANADA
«Trabajar para la NASA es magnífico, pero las tapas de Pinos Puente son insuperables»
El ingeniero aeronáutico Luis Bermúdez recibe dentro de unos días el título de hijo adoptivo del municipio pinero, donde se crió antes de dar el salto a Estados Unidos «Lo mejor que me ha dado este pueblo fue una infancia feliz», dice el experto de Orbital
RAMÓN L. PÉREZ En los próximos días, probablemente el 20 de este agosto, Luis Bermúdez recibirá oficialmente el título de hijo adoptivo de Pinos Puente. No será nombrado hijo predilecto porque en realidad no nació en la localidad pinera, sino en Tiena (Moclín), aunque a muy temprana edad salió de su pueblo natal para trasladarse a Pinos. Hasta aquí, no hay particular interés: por esos mundos de Dios hay muchos hijos predilectos, muchos hijos adoptivos, todos ellos seguramente acreedores de tal distinción. Pero el caso que nos ocupa sí es particular: Luis Bermúdez reside en Virginia (Estados Unidos) y es ingeniero técnico superior aeronáutico de la empresa Orbital Sciences Corporation, que desarrolla el nuevo programa espacial tripulado de la NASA. De él puede decirse que es 'Aerosciences lead' del 'Project Orion Launch Abort System', pero si lo decimos en cristiano todos nos entenderemos mejor: es una de las máximas cabezas pensantes del proyecto Orion, o, lo que viene a ser lo mismo, es uno de los pocos privilegiados que está diseñando la nave espacial que enviará exploradores a la Luna dentro de unos años, tal vez en 2015.
Luis Bermúdez, es, pues, un lujo. Y como en tantas otras ocasiones, su grandeza no viene dada por sus títulos, por su currículo arrollador, por los meritorios puestos de responsabilidad que ocupa, por su exitosa y brillante carrera profesional, sino por un detalle mucho más significativo que todo eso: por su aplastante sencillez. Esa característica sólo la reúnen los grandes.
Momentos esenciales
Nuestro hombre recibirá, en efecto, el título de hijo adoptivo, y al recibirlo se le vendrán a la memoria algunos de los mejores momentos de su vida, ésos que son los esenciales en una biografía: sus correrías de niño por la vega de Pinos, el instante mágico en que aprendió a montar en bicicleta, sus tiempos de monaguillo en la iglesia del pueblo -donde tocaba la campana para llamar a misa y también la campanilla para convocar al silencio y a la concentración de los fieles-, sus progresos como miembro de la banda de música, aquella época en que en la zona céntrica llamada El Paseo se quedaba hasta las dos de la madrugada jugando con sus amigos mientras su madre tomaba el fresco sentada a la puerta de la casa.
«Lo mejor que me ha dado Pinos Puente ha sido una infancia feliz. No puedo imaginar que mis hijos puedan tener una infancia como la que yo tuve en este pueblo», dice con orgullo.
De su padre aprendió un par de conceptos esenciales: la frugalidad y la sencillez. «Él no era de grandes discursos, no sabía leer ni escribir, y siempre me decía: 'Te quiero así'», recuerda.
Pormenorizar ahora y aquí el currículo de Luis Bermúdez sería largo y tedioso, pero sí hay que decir que se fue a Madrid en 1986: para estudiar Ingeniería Aeronáutica. Allí descubrió algo inesperado para él: ingresó en el colegio mayor San Juan Evangelista, que, contrariamente a lo que pueda sugerir su nombre, «era la meca del jazz, el más liberal de todos, un auténtico núcleo de comunistas». «Aquello me abrió del todo la cabeza y me cambió, amplió mis horizontes, conocí gente de un espectro amplísimo y me marcó para toda la vida».
Después vino un beca para hacer el doctorado en la Agencia Espacial Europea, y rápidamente se dio cuenta de que tenía que salir de España y de Europa para saciar sus aspiraciones profesionales.
Lo suyo eran los aerogeneradores, la aerodinámica de rotores y esas cosas tan extrañas que sólo interesan a los más raros de la clase. Lo propio era que EE UU se cruzara en su camino, y se cruzó.
Tras diversos avatares, comenzó a trabajar en Orbital Sciences Corporation, concretamente para el programa Hyper-X. Los resultados fueron fulgurantes: entre 2002 y 2004 logró hacer realidad el vuelo de un cohete a siete veces la velocidad del sonido dentro de la atmósfera, algo nunca conseguido hasta entonces por la NASA. Y muy poco tiempo después consiguió que otro cohete alcanzara una velocidad aún más apabullante: diez veces la velocidad del sonido. La NASA le concedió tres premios por el éxito de este programa.
Próximas misiones
La carrera de Luis Bermúdez, en fin, está trufada de éxitos. En 2005 trabajó en el diseño de la nave espacial que va a devolver al ser humano a la Luna, en una misión que superará el mítico alunizaje de Neil Armstrong.
Ahora trabaja en la lanzadera que va a sustituir a los 'shuttles', un protocolo distinto en el lanzamiento de naves espaciales. Dicha lanzadera ofrece mayor seguridad: en caso de que haya que abortar un despegue por problemas técnicos, este sistema deja a salvo a los pilotos, en contra de las experiencias desastrosas ya conocidas del Columbia y el Challenger.
El vuelo en el que está enfrascado Luis Bermúdez recalará primero en la estación espacial Alfa y posteriormente irá a la Luna, donde se instalará toda una base. De ahí a explorar Marte hay solo un paso. Eso sí, un paso de gigante…
Pero eso corresponde a un futuro a medio plazo. Lo que ya está encima es que pronto Luis Bermúdez recibirá con orgullo y emoción el título de hijo adoptivo de Pinos Puente. Coherente con sus planteamientos, dirigirá unas palabras especiales a los jóvenes, a los que trasladará la idea de que con esfuerzo, trabajo y responsabilidad se puede llegar a donde se quiera. Incluso a Marte…
Pese a haberse instalado en Estados Unidos, Luis Bermúdez regresa cada año a Pinos para no perder el contacto con los suyos, con su pueblo. «Trabajar para la NASA es magnífico, pero las tapas de Pinos Puente son insuperables», ríe entre bromas.